
Galante, caballero, simpático, tierno, bailarín, coqueto, protector, risueño, cariñoso, honesto, ¡Dios mío! ¿Porqué me haces esto?, ¿cómo detenerme ante tantas maravillas que me enloquecen de amor? “Él es mi hombre perfecto”, el que conocí en la época de Navidad en Wal-Mart, ahí lo vi caminando en la sección de jugos con su carrito repleto, agachado… Así como buscando ¡algo!, y sólo maldiciendo “ah, ¡chingado! ¿Dónde está el precio?”
Lo veo y busco una explicación, una razón por la cual en él existen los truenos y las luces del mundo se posan sólo en él, causando en mí un catastrófico desenfreno… Y es que soy amante de lo que veo al estar frente a él, y me pregunté ¿sentirá lo mismo que yo siento?
Después de tantos años me respondo: “sí, sintió lo mismo que yo en ese momento”